29 de noviembre de 2009


"No podía decirle que Robert estaba casado, sencillamente no podía. No porque fuese un problema, no lo era, no para ellos, pero su tía no lo entendería. Él se lo había dicho aquella misma tarde, y creía que también por eso lo amaba:
- No te ocultaré nada, así son las cosas. Si quieres me voy y haremos de cuenta que no nos conocimos. 
Todo había sido tan rápido... sus palabras, aquel roce en el molinillo de la tienda que visitaron, sus rostros casi pegados cuando alguien la empujó, su respiración y... el beso. ¿Cómo hacer de cuenta que no se habían conocido? Si tenía la impresión de que sus treinta y cinco años sólo habían servido para conocerlo a él, esa tarde. Y para ninguna otra cosa...

No hay comentarios: